El maximalismo de Bitcoin está en los titulares nuevamente. Una comunidad a la cual yo pertenezco y siendo una persona Bitcoin-only me pareció importante dedicarle algunas palabras. Porque si bien desde algunas veredas cripto despotrican contra esta ideología, está más vigente que nunca y hoy merece algunas palabras.
Remontándonos históricamente, el maximalismo de Bitcoin surge como una reacción al surgimiento de las denominadas altcoins, o monedas alternativas. Nació para defender el protocolo de las supuestas mejoras que ofrecían estas redes y para proclamar que la creación de Satoshi es la única innovación real de la industria. Por tanto, no debiese sorprender que este grupo sea reaccionario, ya que surgió justamente a raíz de la creación de otros protocolos.
La última controversia que involucra a los “maxis”, liberada en las últimas semanas surge de la noticia de uno de los bitcoiners norteamericanos más reconocidos, Nic Carter, quien anunció que su fondo de inversiones—Castle Island Ventures—había invertido en una startup de autenticación para Web3 creada sobre un protocolo alternativo a Bitcoin. Esto provocó la ira de un grupo de maximalistas y la puesta en palestra de este movimiento y si es realmente necesario.
Antes de continuar, quiero constatar que no estoy de acuerdo con algunos de los ataques recibidos por Nic por parte de algunas personas. En lo personal, he aprendido muchísimo de su contenido, se dio el tiempo de aparecer en mi podcast, y estuvo en la primera línea defendiendo la red más de una vez. Si bien no comparto la decisión financiera que tomó, ni su actitud tras los ataques recibidos—aunque me gustaría ver la reacción de cualquiera ante ese tipo de interacción—creo que Bitcoin y los bitcoiners hoy son más fuertes gracias a él.
Muchos se estarán preguntando: ¿Qué es el maximalismo de Bitcoin?
En sencillo, es un grupo de personas que solamente se enfocan en Bitcoin. Aunque no compartimos siempre ideologías sociopolíticas, en el reino de las criptomonedas, nos dimos el tiempo para las monedas alternativas, descubrimos que no ofrecen mucho nuevo, y decidimos profundizar por la madriguera del BTC, buscando respuestas a las múltiples preguntas que nacen a través de esta creación: libertad, soberanía, responsabilidad, independencia, autonomía, y otras características filosóficas que muchas veces exceden el campo del dinero.
El maximalismo, además, considera los siguientes puntos como verdad:
Bitcoin es la única criptomoneda descentralizada, logrando ser una red monetaria exenta de actores políticos—separando principalmente el dinero del Estado.
Bitcoin vive en una categoría distinta de las demás criptomonedas, que solamente existen por obra y gracia de este, y por tanto son necesariamente inferiores sobre todo cuando revisamos las propiedades monetarias que hacen de un dinero un buen dinero.
En términos de características, Bitcoin es la única descentralizada, con mayor efecto de redes, una concepción inmaculada, se sostiene en base a una política monetaria conocida y fija cuyo protocolo garantiza los derechos financieros de cada usuario individual.
Las demás criptomonedas, existentes gracias a Bitcoin, recrean los mismos vicios que el sistema financiero tradicional, y por tanto no son revolucionarias como sus equipos de marketing dicen serlo.
El maximalismo, a fin de cuentas, se convierte en un movimiento cultural, donde es moral—tanto intelectual como financieramente—dedicarse solamente a Bitcoin, ya que es este el único con posibilidades reales de cambiar cómo funciona el mundo.
¿Por qué existe el maximalismo de Bitcoin?
Esta facción es la capa social del protocolo. Es aquella que viene a defenderla de cualquier cambio controversial que pueda poner en tela de juicio algunos de sus principios fundamentales: seguridad y robustez. Existe para apoyar el desarrollo del ecosistema en torno a esta criptomoneda, creando empresas, aplicaciones y un sinfín de herramientas que usan el dinero más duro como su base.
Me voy a desviar para dar el círculo completo. Las monedas alternativas, que se deberían considerar más como acciones de una empresa que como dinero, se crean de la siguiente forma. Un grupo de desarrolladores expone haber creado un protocolo que mejora a Bitcoin en términos de velocidad, escalabilidad, costo o usabilidad. Crean un token—imprimiendo, de facto—que luego salen a ofrecerlo a inversionistas privados para levantar capital. El equipo generalmente se queda con una parte importante de aquella torta, efectivamente creando dinero para ellos mismos. Luego, con un enorme presupuesto de marketing, salen a criticar a Bitcoin en alguna de sus facetas, y que su proyecto es mejor en [inserte característica]. En eso, engatusan a inversionistas retail—personas como tú y yo—quienes destelladas por promesas descentralizadas compramos sus criptomonedas a un mayor precio que los privados, quienes las venden, realizando su ganancia, y dejan al 99% con las bolsas en la mano. Repite ad infinitum.
Aquellos que somos Bitcoin—only denunciamos este actuar, que vemos una y otra vez en el mundo de las criptomonedas alternativas.
Si crees poder ganarles a aquellos con mejor información, más acceso a capital, mejores contactos internos, y más tiempo en el mercado, dale sin miedo. Sin embargo, como la abrumante mayoría no cuenta con esas características, creo que la vida del Bitcoin-only es la que traerá más paz y tranquilidad a tu vida, ya que si bien no vendrá con dinero fácil, te entregará otras cosas quizás más valiosas que el dinero.
¿Qué queremos los maximalistas?
Buscamos, en términos simples, que se reconozca la diferencia entre Bitcoin y cripto. Muchas veces se conflagran ambos, y terminamos con críticas sin fundamentos pues las que se le hacen a Bitcoin son distintas que a las demás criptomonedas. Queremos el reconocimiento de pertenecer a una categoría aparte, y que si se critíca el ecosistema, que se realice la importante tarea de entender ambas posturas y desde ahí formar opinión.
Por otro lado, sería interesante reconocer que existen claros incentivos financieros a corto plazo para construir sobre las monedas alternativas, y es por eso por lo que hay tanto interés de Silicon Valley por hacerlo. Bitcoin es un protocolo con cambios glaciales y consensuados, donde se me viene a la mente la frase “si lo que vas a decir no va a mejorar el silencio, entonces no lo digas”, para modificaciones de fondo. La innovación, muy presente por lo demás, no va de la mano de romper para avanzar, sino que se realiza sobre una base sólida.
Muchas veces me preguntan por qué me enfoco solamente en Bitcoin. Creo que la transformación radical que he tenido a partir de una red como esta es lo que me fascina de la misma. Cambiar mi horizonte de tiempo y pensar en términos de años y décadas en vez de días y semanas es una revolución planetaria en sí misma, ya que vivimos en una sociedad sedienta de inmediatez. Entender la prueba de trabajo, el mecanismo de consenso de Bitcoin—y que casi todas las demás criptomonedas no usan—como una pieza básica del universo (todos tienen que trabajar, excepto aquellos que imprimen dinero) ha significado re-entender mi propia relación con el laburo. La libertad, autonomía y responsabilidad son algunos conceptos que tocan cualquier aspecto de tu vida—relaciones interpersonales hasta la naturaleza que visitas todos los días—y si bien ya formaban parte de mi pensamiento diario, Bitcoin les dio un giro distinto.
No estaría completa esta edición sin una mirada crítica a los maximalistas. En primer lugar, me opongo a la intolerancia con que algunos atacaron a Nic y varios otros que realizan acciones por razones personales válidas. Segundo, pareciera que en ciertos espacios del maximalismo se le exige a los demás una pureza que dudo ellos mismos practiquen en su día a día. Creo que haber racionalizado el maximalismo tóxico no es positivo, pues ¿en qué otro espacio de la vida toleraríamos comportamientos tóxicos?
Por otro lado, todos somos libres de hacer lo que estimemos convenientes. Para ser un movimiento basado principalmente en la libertad, pareciera que hemos perdido ese concepto cuando analizamos el actuar de los demás. Hemos establecido un dogma que no permite el disentir—a pesar de que esa es una de las características principales del protocolo—de la narrativa colectiva de los maximalistas. A veces somos intolerantes al borde de la tiranía, a pesar de que los valores que supuestamente nos mueven son aquellos nombrados más arriba.
Siendo que lo que más necesita este planeta es la comunicación entre personas con ideas divergentes, creo que la posición fundamentalista e intransigente de algunos no nos llevará por ese camino, sino que podría terminar siendo contraproducente a la misión de cambiar el sistema a través de una nueva red monetaria. Seamos humildes, en nuestro actuar y sobre todo en lo que le pedimos a los demás, y recordemos que todos venimos llenos de fallas, contradicciones e hipocresías.
Aunque muchos despotrican contra el maximalismo, este está más vigente que nunca, sumando adeptos todos los días. Existe para defender e impulsar el protocolo, creando y construyendo sobre el mejor dinero que el mundo haya visto. Si no cambiamos el dinero, no vamos a cambiar el mundo, y eso solo se puede hacer sobre Bitcoin.
Esta es la edición #085 de La Cadena, un medio independiente dedicado a informarte sobre el mundo de Bitcoin y sus alrededores. Estas palabras son gratis, pero no baratas y toma tiempo investigar y crear este contenido. Considera apoyarme, para que me pueda dedicar a esto.