Bitcoin y la confianza
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¿Cuál es el problema que viene a resolver Bitcoin?
El dinero es un instrumento para transferir valor a través del tiempo y el espacio. Cumple con ciertas funciones y debe contar con una serie de características. Es central a la civilización humana, ya que permite la cooperación y coordinación de millones de personas alrededor del mundo. A pesar de ser un tema un poco tabú, es importante reconocer el valor que cumple el dinero para los esfuerzos que hacemos todos los días.
La próxima vez que entres al supermercado mira alrededor. Todos esos pasillos llenos de alimentos y productos fueron coordinados a través de miles (sino millones) de personas que los produjeron a cambio de dinero. La coordinación que se usó para llevarlos del punto A al punto B fue debido al valor que le entregamos al dinero. Sin esa herramienta, nada habría sido posible.
Pensemos en un país como Venezuela, donde los pasillos de supermercados están generalmente vacíos. La coordinación que se necesitaba realizar a través de su moneda para llenar esos estantes fue imposible porque el bolívar ya no es un buen dinero (uno podría decir que ya ni siquiera es un mal dinero). Ahí nos damos cuenta del poder que tienen los billetes y monedas que hoy circulan por la economía.
Como dijo Andreas M. Antonopoulos: “no necesitas saber como funciona el dinero, hasta que el dinero deja de funcionar”. Más de mil millones de personas hoy sufren con inflaciones de dos a tres dígitos cuyas monedas dejaron de funcionar. Sus autoridades centrales rompieron con la herramienta más básica para coordinar los efectos de sus ciudadanos. No crean que somos inmunes—vengamos de donde sea—a episodios como este. Siempre y cuando tengamos dinero político, la amenaza existirá.
Alrededor del mundo confiamos en autoridades e instituciones centralizadas para la emisión y control del dinero. A puertas cerradas, personas poco-conocidas y no-democráticamente electas deciden cuanto dinero debe existir en la economía. Postulan que es sano que sus ciudadanos sean 3% más pobres todos los años (que se traduce a 30% cada década). Definen los límites que podemos retirar diariamente de cajeros y montos máximos a enviar al exterior. Nos cobran tasas altísimas por enviar y nos cierran las cuentas unilateralmente. Deciden—por el supuesto bien de todos nosotros—cómo debe funcionar el instrumento más básico de la sociedad, y más aún, amparados en el uso ilegítimo de la violencia.
Existen dos industrias paralelas. Por un lado corren la industria política, enfocada en regulaciones y socavar innovaciones. Son reacios al cambio y cualquier tecnología que les puede quitar el poder es rechazada o cuestionada. Pero aún así, mientras debaten a viva voz y hacen acuerdos a puertas cerradas, avanza un movimiento más profundo.
Al su lado corre la comunidad del código abierto. Enfocados en construir y cooperar, en diez años se ha creado un mundo financiero sin intermediarios, sin reguladores y que simplemente funciona. Los debates se hacen incluyendo a todos los miembros de la comunidad y cualquiera puede participar. Invita a cuestionar sus principios y sus adherentes, invocando el pensamiento crítico y no dando por sentada la palabra de la autoridad.
Bitcoin es una red monetaria descentralizada que usa criptografía para aplicar reglas justas en torno a un dinero escaso y difícil de confiscar. Es un dinero en manos de nadie, pero al mismo tiempo en manos de todos. Su valor reside en un código computacional, que cualquiera puede descargar. Tiene una emisión máxima, de 21 millones, que puede llegar a cambiar la cultura de consumo que hoy está sobre-calentando el planeta. Usa criptografía, que son técnicas para anonimizar los datos que se transan en la red, para además mantener la seguridad de su protocolo.
Su sistema se basa en dinero neutro y apolítico, cuyas reglas son iguales para todos. No deja de funcionar, no es sujeto a cambios repentinos en su oferta, y no le cierra la puerta a nadie. Descargando una aplicación en tu celular, ya tienes acceso a la economía global.
Bitcoin nos abre la puerta a otro tipo de confianza. Cuestiona las instituciones cerradas y opacas, lideradas por humanos con intereses políticos, y nos entrega una solución. Un sistema voluntario, basado en reglas iguales para todos.
La pregunta es sencilla, pero profunda: ¿confías en personas políticas y poderosas o en un código justo, inmutable y abierto?
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