El 7 de Septiembre de 2021, un pequeño país centroamericano hizo historia alrededor del mundo por adoptar una Ley Bitcoin que establecía la criptomoneda como dinero de curso legal dentro del país. Impulsado por el joven presidente Nayib Bukele y la mayoría que tiene su partido político—Nuevas Ideas—en el parlamento, El Salvador se convirtió en un experimento monetario de envergadura histórica, lo que me parece interesante analizar.
El Salvador cuenta con un poco más de seis millones de habitantes, siendo uno de los países más densos de la zona. Limita con Guatemala al oeste, Honduras al norte y al este, hacia el sureste el Golfo de Fonseca lo separa de Nicaragua y su costa es la del pacífico.
Debido a una baja en el precio del café en los mercados internacionales en 1929, El Salvador se vio ensartada en una profunda crisis económica. Un par de años después, en 1931, el General Maximiliano Hernández Martínez realizó un golpe de estado, e instauró una serie de gobiernos autoritarios sucesivos que duraron casi cincuenta años. Debido a tantos años de falta de libertades civiles, una desigualdad grotesca, y con la guerra fría en pleno desarrollo, el país era una hervidero político.
Esto desencadenó en una dura guerra civil, de 1979 hasta 1992, con dos campos enfrentados: el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), un movimiento guerrillero de izquierda, y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), encabezada por los militares. Se dice que el conflicto dejó alrededor de 75.000 muertos y 15.000 desaparecidos, provocando además la huida de miles de compatriotas más hacia otras naciones.
Tras esta sangrienta guerra, con los Acuerdos de Paz de Chapultepec, hubo años de alternación política entre el FMLN y ARENA. Sin embargo, con quien te encuentras en El Salvador te cuenta que no se hizo mucho. Altos niveles de delincuencia e inseguridad, pocas oportunidades laborales, mala gestión gubernamental, mucha corrupción, y la lista continua.
Desde esa situación nace Nayib Bukele. Es un hombre carismático, tuvo una buena gestión en su anteriores pasos por el aparato estatal—fue alcalde de Nuevo Cuscatlán y San Salvador—y viene con el ímpetu juvenil que caracteriza una nueva generación de políticos. Estableciendo una mano dura, ha desplegado militares y policías a la calle en un país reconocido mundialmente por ser de los más violentos.
Su movida, el año pasado, e impulsado por un pueblo costero llamado El Zonte, que estableció una economía circular en torno a Bitcoin, fue poner en movimiento la adopción a nivel estatal de este nuevo tipo de dinero. Bajo la narrativa de ahorrarse costos de transacción por las enormes comisiones que pagan salvadoreños por enviar dinero a su país—remesas significan un 26,4% del PIB del país, y según cifras oficiales, con Bitcoin se podrían ahorrar hasta $430 millones de dólares anuales—echó a andar el proyecto.
Esto provocó remezones a nivel mundial. Por un lado, Bitcoiners aplaudieron de pie la medida, y acudieron en masa. No todos alentaban la movida, y rápidamente el FMI salió a advertir que la ley podría provocar riesgos a la estabilidad e integridad del modelo financiero. Resulta extraño, sin embargo, que un país con un PIB de $25 mil millones podrían ser tan amenazante.
A un año del inicio de este nuevo camino, existen voces críticas dentro del país. Conversé con Ishikawa, desarrollador Salvadoreño, quien trabaja en Torogoz Dev, un programa educativo con base en El Salvador, que tiene como objetivo capacitar nuevos desarrolladores en Bitcoin y Lightning Network. Cuentan con un excelente equipo full time y grupo de mentores importantes dentro del ecosistema.
Su mirada es crítica, y no se guarda pelos en la lengua: “Desde mi mirada, creo que la adopción de Bitcoin se puede caracterizar como sumamente pobre, y si lo hago desde una mirada gubernamental, derechamente un fracaso”.
Tiene amplias razones para dar su veredicto. El gobierno ha sido nulo en una buena estrategia de difusión y educación de la población, lo que ha provocado enormes vacíos en la materia. El proyecto se hizo de manera apresurada, improvisada y prematura, sin claridad en los objetivos ni métricas para evaluar su desempeño.
“Muchos salvadoreños piensan que Nayib Bukele es el creador de Bitcoin”, me cuenta Ishi, dando cuenta del poco conocimiento por parte de la ciudadanía respecto a la red, exacerbado por la poca transparencia que ha tenido en el gobierno respecto a las reservas que tienen.
Más allá del tema educacional, que sin dudas es importante, para Ishikawa el mayor problema fue la implementación de la billetera oficial, Chivo Wallet. Esta vino con enormes fallas, con reclamos de que personas no la podían descargar, retiros estaban limitados, se robaron identidades, y una variedad de otros problemas. Según el desarrollador, este marcó la pauta, y es el gran culpable de lo que él considera un experimento pobre y mal ejecutado.
Aunque la ley se implementó para disminuir costos de transacción de remesas que recibe el país, la realidad cuenta otra historia. Cifras del Banco Central de Reserva indican que entran solamente $10 millones de dólares mensuales por la Chivo Wallet, de un total de $536 millones.
Dado que el gobierno ha sido bastante inútil en su labor, de acuerdo al desarrollador, han surgido ciertas empresas que llenan el vacío. Mi Primer Bitcoin, BitRefill, Paxful, Torogoz Devs y otras están con equipos de educación, infraestructura, y desarrollo buscando penetrar en el mercado y rescatar un experimento que desde el Estado ha dejado que desear en algunos aspectos.
A pesar de estos desafíos, no todo es penumbra. La estrategia del gobierno para poner a El Salvador “en el mapa” ha servido, habiendo un importante aumento de turismo en el último año—con un 30% más de visitantes de acuerdo a la Ministra de Turismo, Morena Valdez. Este año el país ha sido visitado por más de dos millones de personas, y según el presidente, han alcanzado niveles de turismo pre-pandemia.
Bitcoin Beach, como se conoce a El Zonte, está viviendo tiempos de auge. Más de $200 millones de dólares en inversión de infraestructura han sido destinados al sector costero.
Michael Peterson, surfista norteamericano, y gran artífice del proyecto en El Zonte, tiene una voz disonante de lo indicado por Ishikawa. Según él, todo es perspectiva, y explica que la adopción de pagos está en alrededor de 20%, lo que hoy se considera un fracaso. “Si un país que no fuera El Salvador tuviese un 5% de comercios aceptando bitcoin, sería un éxito total”.
Aunque aprecio el entusiasmo de Peterson, pareciera que la realidad cuenta otra cosa. La mayoría de los comercios a lo largo del país no aceptan bitcoin, el gobierno habla poco del tema, y no se ha visto una campaña informativa ni mediática en este último año. De acuerdo a cifras que me cuenta Ishi, desde el lanzamiento de la Chivo Wallet, su uso como medio de pago diario desde Junio del 2021 ha caído considerablemente y falta mucho para revertir la tendencia. El actual escenario económico mundial, y sobre todo los meses de precios a la baja no han sido favorables tampoco para la adopción de la criptomoneda en el país.
De todos modos, se sobreestima lo que se puede lograr en un año, y se subestima lo que se logra en diez. Estamos recién comenzando el gran experimento monetario en un pequeño país plagado de violencia, corrupción, y los clásicos problemas que viven antiguas colonias latinoamericanas. La imposición de la ley bitcoin puede servir para abrir conversaciones sobre el dinero, aunque esas están ausentes de momento en ciertos lugares de El Salvador.
El mayor enfásis de la crítica va dirigida al gobierno, y con justa razón. Si bien uno podría especular en las razones detrás de la implementación de la Ley Bitcoin, la desdolarización, buscar fuentes de financiamiento que van más allá del FMI, el intento de construcción de un centro tecnológico para la región, y la promulgación de un dinero como Bitcoin pueden pagar sus réditos a largo plazo.
Ishikawa igual espera que El Salvador sirva de lección para otros países que inevitablemente seguirán este camino. Quizás exista algún gobierno que realmente le interese educar a su población, pero sino, organizaciones de la sociedad civil y empresas privadas también pueden usarlo para iterar y hacer mejores versiones en otras naciones.
Lamentablemente al comienzo del segundo año, la evaluación del experimento es negativa. Pero no tiene porque ser así por siempre. Sigue siendo muy temprano. Implementar un nuevo tipo de dinero, sin intermediarios, libre y soberano, como Bitcoin no es ni será fácil. Soy esperanzado que con los años, y de la mano de Bitcoin, El Salvador vivirá mejores tiempos.
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Excelente! Muy objetivo