La desaparición de Satoshi
Para la mayoría, el 13 de Diciembre no fue más que otro Martes trece, supersticiones de por medio, pero que no marcó ningún hito o evento de particular importancia. Sin embargo, para el mundo bitcoin representa una fecha muy especial, ya que hace exactamente doce años se marca la última vez activa de Satoshi Nakamoto en el foro BitcoinTalk, y el comienzo del fin de su era a cargo de Bitcoin. Si bien su último mensaje fue el día antes, y en los meses posteriores continuó correspondiendo con algunos desarrolladores del protocolo, nunca más lo vimos en espacios públicos.
Tras regalarle al mundo un dinero neutral, el misterioso creador decidió entregar el liderazgo del proyecto, comenzando la era de la descentralización de Bitcoin, y dejando atrás muchas preguntas sobre su persona, historia, y vida.
Arriba vemos las imágenes, que marca las últimas interacciones que tendría Satoshi con el público, siendo el último mensaje el nuevo contenido para una de las versiones más tempranas de Bitcoin Core, v.0.3.19. En ella, Nakamoto explicita que el protocolo sigue vulnerable a diversos tipos de ataques, y que este nuevo código viene a resolver unos problemas que traía la versión 0.3.9.
La historia de Satoshi Nakamoto
Para entender a Bitcoin y más profundamente a Satoshi, es importante recordar que el protocolo fue un invento y que logró hacer algo que previamente se pensaba imposible: dinero digital no-gubernamental. Combinando distintos ingredientes de la computación que ya existían previamente, el misterioso creador fue capaz de culminar la búsqueda de criptógrafos, idealistas y activistas durante décadas.
Nakamoto no inventó simplemente un nuevo tipo de dinero, sino que logró crear una manejar de manejar y distribuir dinero colectivamente, a través de un sistema donde cualquiera puede participar de manera abierta y transparente. Tómense un segundo para volver a leer este párrafo.
Esta gran revolución tecnológica es una pieza importante del puzzle, pero no estaría completa sin el mayor intruso de la era digital: Satoshi.
Desafiando los cimientos del mismísimo internet, donde la vigilancia y el registro de nuestros pasos se realiza minuciosamente por segundo, era altamente improbable que Nakamoto haya podido evadir mostrar su identidad. Pero lo logró, cimentándose como el gran misterio de la época moderna.
Podríamos decir, incluso, que Bitcoin emerge de un fracaso del internet, ya que logró mantener su identidad secreta, a pesar de que la arquitectura digital la pone en el centro.
Satoshi Nakamoto apareció por primera vez en el verano (del hemisferio norte) de 2008 inscribiéndose en la lista de correos de los cypherpunks. Estos eran activistas de la computación que creían en el uso de la criptografía para llevar a cabo cambios sociopolíticos en la sociedad.
Comienza correspondencias con algunos personajes de esta lista, circulando la idea de un nuevo proyecto de efectivo electrónico. Cuando publicó el whitepaper de Bitcoin, sin embargo, recibió una enorme reacción negativa por parte de la comunidad cypherpunks, los mismos que llevaban décadas intentando lo que Satoshi estaba por lograr. Fue tal el nivel de aversión, que el moderador de la lista de correos decidió expulsar a las personas que estaban promoviendo a Bitcoin.
Actuando como emprendedor solitario y dictador benevolente, Satoshi, en los primeros meses—en realidad durante todo su tiempo al mando del proyecto—estaba empecinado en que resultara Bitcoin. De manera increíble, logró encontrar y subvertir cualquier falla en el código que le haya aparecido en el camino, tomando decisiones unilaterales y a veces provocando la frustración de quienes interactuaban en esos tiempos con el protocolo.
De acuerdo a diversos estudios de la cadena, Satoshi entendía que en sus primeros meses, la red era muy vulnerable a ataques (sobre todo de 51%), manejando por lo tanto un número importante de equipos de minería para así mantenerlo estable, operacional y seguro.
Vale la pena recordar que cuando Nakamoto lanzó Bitcoin, era un proyecto incompleto, centralizado, frágil y muy vulnerable en todos sus frentes. “No sabemos si vamos a tener que empezar de nuevo en cualquier momento” escribió en uno de sus primeros correos, dejando en claro su inseguridad con los prospectos del proyecto. Siempre se tomó esta misión con la seriedad que merecía, y muchas veces con un realismo que bordeaba el pesimismo.
Sin embargo, su primer gran aliado fue Hal Finney. Este programador norteamericano es uno de los principales sospechosos de ser Satoshi Nakamoto, siendo el primero en recibir una transacción de bitcoin a comienzos de enero de 2009.
Sin entrar en aquella especulación, Hal es una piedra angular en la historia del dinero digital. Según registros fue siempre el primero en intentar los experimentos creados por sus pares, leía mucho sobre historia económica y monetaria, trayendo ese conocimiento a las conversaciones que estaban teniendo los cypherpunks en esa época.
Finney es, por cierto, un personaje fascinante. Fracasó durante décadas en la búsqueda del dinero digital (en 2004 creó la Prueba de Trabajo Reutilizable), pero fue quien campeonó y aleonó a Satoshi cuando propuso Bitcoin. Demuestra su altísimo grado de humildad, el poder reconocer la excelencia de otra persona y su creación, de cara a su propia incapacidad de poder crear lo mismo.
Dado que el término “efectivo electrónico” puede ser satisfecho de acuerdo a una variedad de métricas podríamos pensar que David Chaum en la década de 1980 logró crearlo, patentando la herramienta de las firmas ciegas—fundamental para Bitcoin. Sin embargo, debido a la centralización del proyecto, ya hacia 1990 (tras años de Chaum intentando vender su software a los bancos), este se vio obligado a cerrar.
La patente de las firmas ciegas (blind signatures, en inglés), según explican dentro de círculos computacionales, obstaculizaba la creación de un nuevo dinero digital, esta vez no por un tema tecnológico sino legal. Se especula que Satoshi habría comenzado a trabajar en Bitcoin una vez que esta patente hubiese expirado.
Las últimas interacciones
Lo que sabemos es que una vez enviado el último mensaje el 12 de Diciembre, Satoshi continúo correspondiendo con los principales desarrolladores de Bitcoin en los días y meses posteriores.
“¿Estás planeando reincorporarte a la comunidad en algún momento (por ejemplo, para revisiones de código), o tu plan es permanecer fuera de foco?”, le preguntó Mike Hearn, uno de los programadores que quedó a cargo de la red a Satoshi en uno de los principios correos personales entre ellos.
La respuesta de Satoshi fue sin titubeos: “He pasado a otras cosas. Está en buenas manos con Gavin (Andresen, quien quedó a cargo del protocolo) y los demás”.
Satoshi también intercambió correos con Martti Malmo ya hacia Mayo de 2011 para pedirle que tomara control total del sitio bitcoin.org. Al momento de transferirle la propiedad de la página, le envió un correo confirmando lo dicho a Mike: “He pasado a otras cosas y probablemente no continuaré en el futuro”.
Fueron las interacciones con quien lideraría el proyecto desde entonces, Gavin Andresen, las que serían las últimas del enigmático creador del protocolo. De acuerdo a un correo verificado el 26 de Abril de 2011, Satoshi le escribiría: “Desearía que no siguieras hablando de mi como una figura misteriosa opaca, la prensa lo utiliza como ángulo para hablar de una moneda pirata. Quizás mejor que el enfoque sea sobre el proyecto de código abierto y dale mas crédito a tus contribuidores de código; esto ayuda a motivarlos”.
Gavin Andresen le respondería que había sido invitado—y asistiría—a una conferencia organizada por la CIA para hablar sobre bitcoin. Y con eso, nunca más supimos de Satoshi.
El legado
Aunque en los primeros años Satoshi actúo como un monarca, se dio cuenta al poco tiempo que para que el protocolo fuese realmente descentralizado, tendría que desaparecer y pasar las riendas de la red a otras personas. Consideró que el proyecto ya estaba en buenas manos, y que la revolución—si bien incierta—ya estaba encaminada.
A los seres humanos nos encanta humanizar a los distintos personajes, entender sus historias, de dónde provienen y qué los motivó a hacer lo que hicieron. Uno de los personajes más emblemáticos de nuestra corta existencia no nos permitió armar una narrativa personal sobre él. De lo contrario, nos obligó a buscar entre los arbustos y especular sobre su existencia. En un mundo obsesionado por el culto a la personalidad, Satoshi nos impulsa a enjuiciarlo por su trabajo e ideas, más que su persona y vida.
Esta, de por sí, es una revolución de nuestros tiempos.
Nunca sabremos quien es Satoshi y en realidad no importa. Nos regaló el mejor dinero que el mundo haya visto, una de las grandes herramientas de cambio para la civilización humana, y una manera de ser más libres.
Todo con unas pocas líneas de código y un signo de pregunta en su cara.
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