La importancia de Bitcoin
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Que no se corte La Cadena.
Todos los días le damos la bienvenida a nuevos participantes del cripto-espacio. De los más diversos sectores del planeta, y con ideas muy distintas por detrás, aparecen personas que aprenden de la tecnología, buscando riquezas inimaginables o hacerle la resistencia al estatus quo.
Recibo muchos mensajes de amigos, familiares, y conocidos preguntándome si es un buen momento para comprar Bitcoin u otra criptomoneda. ¿Está bueno el precio o espero que baje? ¿Hay alguna otra criptomoneda que me recomiendes? Cuando el precio baja, ¿qué hago? Aunque creo que estas son preguntas legítimas, y mi buzón está siempre abierto para estas preguntas y cualquier tipo de ayuda que pueda brindar, me parece que se están perdiendo una parte importante del puzle.
Para aquellos y aquellas que ven a Bitcoin y las criptomonedas solamente como una inversión, una forma para hacerse ricos, creo que están olvidando lo fundamental. Y aunque creo que todo interés personal es válido, la revolución reside en otro lado. Bitcoin es una idea. Una forma distinta de pensar y actuar. Es un cambio radical a la forma en que nos relacionamos e interactuamos entre nosotros.
El mundo ha sido creado en torno a la centralización. Se construyó en base a guerras, tratados y acuerdos con ganadores y perdedores. Estos tratados vienen inundados por principios—impuestos por ganadores para ganadores—que regulan cómo funciona el dinero, cómo se distribuye el poder, quienes toman decisiones, cómo se transmite información, y cómo se organiza la civilización.
Estos ganadores, con sus tratados y acuerdos, han construido un sistema profundamente injusto y limitado. Han entregado herramientas distintas a distintos miembros de la sociedad, despojando de poder y posibilidad a la gran mayoría del planeta.
La sociedad del siglo pasado—cuya arquitectura sigue impuesta—se apoyaba en la inexistencia de canales de comunicación instantáneos, cuando era difícil compartir información, y donde los rieles de distribución “necesitaban” ser pocos y muy bien resguardados. Los sistemas centralizados son arcaicos y opacos, donde quienes tienen acceso al poder pueden hacer y deshacer los sistemas que utilizamos. Imponen reglas y barreras de entradas altísimas, y su estructura sigue siendo excluyente y exclusiva.
Más aún, la sociedad está constituida por fronteras arbitrarias que nos dividen artificialmente. Gobiernos y estados han creado límites invisibles que aplican a la fuerza y a través de su burocracia antihumana. Ciertas razas no se permiten en otros lugares del mismo planeta donde todos nacimos. Etnias que no se les deja construir cultura donde legítimamente han existido por milenios. Personas sin derechos, por mandamientos elitistas.
Esta centralización ha aprovechado de imponer y normalizar la idea de imperios. No sólo imperios como Estados Unidos, sino también los que existen en nuestros propios países. En Chile—mi lugar de residencia—existen dos diarios, dos bancos, dos farmacias, dos partidos políticos, dos cadenas de supermercados, y así vamos sumando imperios. Nos hemos rendido ante sus monopolios y hemos aceptado que así es la realidad. No nos dejan mucha más opción que consumir sus noticias, sus tasas de intereses, sus alimentos, sus remedios, y su dinero.
Bitcoin viene a alterar fundamentalmente esta estructura.
La idea detrás de Bitcoin no es que “el número siempre sube”, o estar revisando cada cinco minutos su precio. Su concepto no es la atracción fatal a la riqueza de millonarios. Ten cuidado, de hecho, esta tecnología viene a explotar tu codicia, para hacerte caer en la ilusión del 1%.
Lo que sí, Bitcoin viene a apoyar la conversación sobre cómo hacemos las cosas. Cómo se organiza la sociedad. Quienes toman decisiones. Cómo se toman decisiones. Cuáles decisiones son aceptables. Que nos rindan cuentas. Que cambie el sistema de confianza. Revolucionar la manera en que transferimos valor. Interrumpir los canales centralizados de información.
Bitcoin es la democratización de todo. Nos dice que podemos participar de la economía simplemente por ser humanos. Nos permite la opción de interactuar con cualquier individuo—u organización—del planeta, sin importar quienes somos nosotros y quienes son ellos. Nos posibilita conectarnos y colaborar con otros y otras, apoyándonos y creando una red humanizada de apoyo.
La era digital viene a crear una nueva estructura de poder. El internet ha traído consigo redes distribuidas de conexión, información, cooperación y colaboración (a pesar de que hoy ha sido secuestrada por un puñado de plataformas). Nos ofrece la opción de cambiar la confianza en terceros por confianza en redes. Es una arquitectura voluntaria, que te tiende la mano y te invita a participar. En un mundo como el de hoy, es lo que más necesitamos.
El mundo de redes descentralizadas de valor e información ha levantado el velo de las élites y su estructura centralizada de poder. Ha provocado una crisis de la confianza ciega que nos exigen. Ha construido sistemas paralelos y rieles alternativos. Nos libera de los límites arbitrarios que nos han impuesto. Más importante aún, ha creado una oportunidad llamada Bitcoin.
La oportunidad vive en su libre flujo de información, sin autoridad central que dicte las reglas y regulaciones. Es la primera vez en la historia que tenemos un dinero basado en redes y no terceros, y que miles de desconocidos alrededor del mundo se apoyen en la computación, colaboración y cooperación para mantener viva una red ajena a las directrices de la elite.
La posibilidad reside en su inmutabilidad. Que las reglas, establecidas por un código computacional inalterable sean las mismas para todos y todas, las no se pueden cambiar arbitrariamente para beneficiar a algunos sobre otros.
La importancia existe en su aspecto público. El libro de cuentas, donde ocurren sus transacciones es transparente y de conocimiento general.
El fundamento se basa en lo colaborativo. Bitcoin es una red voluntaria de colaboración para implementar sus reglas.
La oportunidad yace en su neutralidad. Bitcoin no conoce colores políticos ni inclinaciones militares. No busca invadir otros por su petróleo, ni negar la dignidad económica a millones. No encierra a personas en cuarentena sin apoyo, manteniendo toques de quedas insensatos, ni castiga a vecinos que vienen en búsqueda de mejor vida.
Bitcoin es abierto, y es el mundo sin fronteras que realmente necesitamos. Nacimos para movilizarnos e interactuar, no para encerrarnos y vivir en burbujas rodeados de personas iguales. Preguntémonos, todas esas jaulas físicas, monetarias, digitales e ideológicas: ¿a quién le sirven?
Su posibilidad radica en su resistencia a la censura. Es la promulgación del derecho más básico del ser humano: la libertad de expresión.
Por lo demás, Bitcoin es una idea.
Nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo construimos una sociedad sin reyes y reinas? ¿Cómo construimos una sociedad sin tener que confiar ciegamente en instituciones? ¿Cómo construimos una sociedad que elimina al intermediario parasitario? ¿Cómo creamos un sistema que sea justo para el qué menos tiene al igual que para el que más tiene?
Bitcoin es la idea de que la desigualdad está mal. De que la inflación nos está haciendo más pobres; y que las instituciones ya no nos representan. La percepción de que necesitamos crear y participar de un sistema más justo, libre y democrático. Una idea de que la centralización solamente beneficia a unos pocos, mientras el 99% sufre.
Bitcoin importa porque altera radicalmente la confianza. Ya no necesitamos instituciones encabezadas por las elites. Ya no necesitamos gobiernos ilegítimos que solamente sirven los intereses del 1%. Ya no necesitamos sistemas centralizados basados en exclusión y exclusividad.
Ahora podemos decidir confiar en una red de computadores voluntarios que implementan reglas iguales para todos. Es un cambio radical, pero que nos va a traer más prosperidad y justicia al mundo.
Bitcoin quizás se vaya a un millón de dólares o se va a cero. Eso no es lo que vale. Bitcoin es una protesta pacífica. Es la revolución sin armas. Es el cambio fundamental a la manera en que se están haciendo las cosas. Bitcoin importa porque tú importas.
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