La edición de hoy viene en versión podcast: aquí.
Tras semanas de protestas, bloqueos a calles y paros en cadenas de suministro; tomas de espacios públicos en la capital y muchas discusiones, en los últimos días la situación tomó un giro perverso.
Lunes, 14 de Febrero, y el gobierno federal de Canadá anunció la activación de la Acta de Emergencia, que expande ciertos poderes del Estado. De acuerdo a la propia legislación del país, esta solamente se puede utilizar cuando una situación “amenaza seriamente la habilidad del Gobierno de Canadá de preservar la soberanía, seguridad e integridad territorial, y cuando la situación no se puede resolver con alguna otra ley”.
En sencillo, permite que el gobierno esquive ciertos procesos democráticos.
Chrystia Freeland, Ministra de Finanzas de Canadá y Viceprimer Ministra, explicó en una rueda de prensa que ordenaba a cualquier institución y banco financiero congelar cuentas personales y corporativas si existían sospechas de apoyo a la rebelión de los camioneros. Explicaba, por lo demás, que ampliaban el rango de reglas sobre el “financiamiento a terroristas”.
Agrega que dirige a estas entidades a revisar las relaciones que tiene con cualquier entidad que tengan lazos con el bloqueo de los camioneros y entregar esta información a la Policía Montada de Canadá (RCMP, por sus siglas en inglés).
A partir de ese día lunes, cualquier banco o institución financiera tendrá la potestad legal para congelar una cuenta bancaria sin necesidad de una orden judicial. Por esa acción, indica Freeland, serán defendidas estas instituciones de cualquier demanda civil por “acciones tomadas en buena fe”.
Parece de película, ¿no? La censura se hace política de gobierno.
Como vimos la semana pasada, GoFundMe congeló las cuentas de donación para el Freedom Convoy—ya no parece tan descabellada la teoría de que la empresa fue presionada por el gobierno—y los camioneros comenzaron a recibir enormes donaciones en Bitcoin.
Luego, el 16 de Febrero, el gobierno de Trudeau anuncia que pondría en lista negra a 34 billeteras de criptomonedas (29 de Bitcoin, y cinco de altcoins), y prohíbe que instituciones financieras interactúen con ellas.
Vale la pena recordar que Bitcoin es resistente a la censura a nivel protocolar. Es decir, nadie puede frenarte de enviar tus bitcoin a otra billetera, y la lista negra supuestamente aplica si quieres transformar tus satoshis a dinero fiat, a través de una empresa centralizada.
Es un momento tenso el que están viviendo no sólo los Canadienses, sino personas alrededor del mundo. Una pedazo de la libertad—recordemos que todo esto es para eliminar los mandatos de vacunas experimentales para cruzar la frontera—es puesta en jaque por el Estado, simplemente por disentir de sus mandatos arbitrarios.
Los actos de desobediencia civil son fundamentales para el bienestar de una sociedad, no sólo para hacer masa crítica entre manifestantes, sino para demostrar el actuar irrespetuoso y criminal de gobiernos. Como estamos viendo—y hemos visto en cientos de otros lugares, como Chile—la libertad de expresión llega hasta donde las autoridades te la permiten.
Estas situaciones sirven para demostrar lo frágil que son nuestros derechos. A pesar de que en democracia, toda autoridad proviene del pueblo y sus ciudadanos, cuando usamos este modelo de gobierno en su forma representativa—donde solamente votamos una vez cada cuatro años y pensamos que eso sería todo—vemos una devolución de poder hacia arriba.
Quienes gobiernan, con el poder prestado mandan y exigen, mientras nosotros acatamos.
Quiero recordar, una vez más, que esto es solamente una prueba de lo que viviremos bajo la tutela del Estado con las divisas digitales de bancos centrales. Si hoy cortaron el financiamiento a través de instituciones financieras, el día de mañana ni siquiera necesitarán de estos terceros para ahogar tus capacidad de acción.
La rebelión de los camioneros en Canadá ilumina también el presente. El año pasado, 2021, Canadá fue uno de los top10 de países democráticos de acuerdo al Índice de la Democracia, realizado por The Economist todos los años.
Vale la pena cuestionarse, ¿quiénes están haciendo estos índices—y si un top10 es capaz de restringir libertades civiles a este nivel—qué le queda a mí país?
Por suerte, tenemos Bitcoin. Hoy, más que nunca, está sirviendo su propósito, de entregar libertad y opcionalidad a quienes disienten de gobierno autoritarios.
Pero no todo es libertad financiera. La criptomoneda te empuja hacia la responsabilidad en todos los aspectos de tu vida. Te obliga a estudiar y entender qué es la autoridad, por qué y para qué existe, y en base a eso, tomar decisiones.
Motiva a actuar con inteligencia, en base al conocimiento y entendimiento, disolviendo miedos y entregándote además una herramienta inconfiscable en el camino.
Lo que vemos hoy en Canadá es un oscuro precedente, que muchos pensarán no llegará a las orillas de mi país. Pero no es más que levantar la mirada para darnos cuenta que estos abusos ocurren a diario, con la ayuda de la ley.
Quién sabe cual es el camino que tomará cada ciudadano a medida que sigamos girando en torno al sol. Y me resaltan muchas preguntas mientras amanece en Santiago. La que me he hecho más a menudo es: ¿qué tan libre soy?