Mientras escribía la edición de esta semana, apareció entre mis noticias de que la República Centroafricana ha aprobado una nueva ley que establece a Bitcoin como moneda de curso legal. El presidente de la nación, Faustin Archange Touadera anunció el marco legal para una mirada futurista y progresista que el país del continente olvidado quiere establecer.
La República Centroafricana, también conocida como Centroáfrica, cuenta con una población de 4,7 millones de habitantes, y limita con Chad, Sudán, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo y Camerún. Lamentablemente, de acuerdo al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo—PNUD—rankea en el penúltimo lugar del listado de desarrollo humano. Por tanto, esta noticia, en una primera instancia, es alentadora.
Aunque no fue recibida con bombos y platillos por la comunidad bitcoiner—debido a varios factores creo yo, entre ellos, la controversia que está en pleno desarrollo sobre BIP-119 (Bitcoin Improvement Proposal), un cambio al código base que aun no recibe el consenso de la mayoría para establecerse, y que está generando rencores entre distintos desarrolladores y usuarios de Bitcoin—me parece que vale la pena comentarla por una variedad de razones.
Antes de comenzar, es importante entender algo: Bitcoin no necesita de gobiernos. El protocolo tiene valor por las características que la componen, la manera en que se alinean los incentivos para el correcto comportamiento de sus actores, por el contexto socioeconómico y mundial que estamos viviendo, y porque simplemente funciona.
Bitcoin no requiere de una maraña de leyes y marcos legales para tener valor y ser adoptado por personas alrededor del mundo. Tal como el internet en su tiempo no fue impuesto, sino voluntariamente utilizado por ciudadanos, el BTC está transitando por ese mismo camino.
De esa misma manera, gobiernos se están dando cuenta de la necesidad de contar con un dinero inconfiscable, nativo al internet, y que se aprecie en valor con el tiempo. Más aún, son países plagados por problemas monetarios, ya sea por marginalización del sistema financiero o por las instituciones depredadoras que las encabezan, son estas organizaciones políticas son las que necesitan Bitcoin.
Si establecemos como base que la abrumante mayoría de los gobiernos son corruptos y trabajan solamente para y por intereses personales—que son generalmente los intereses de grandes empresas—entonces esta noticia debiese ser tomada con cautela. La red monetaria no va a cambiar las artimañas de los grupos de poder desde el centro hacia afuera (o arriba hacia abajo), sino que provocará la revolución desde la periferia hacia dentro.
El Salvador fue el primer dominó, ahora secundado por el CFA, en una larga cadena que terminará por crear una economía alternativa—nadie sabe qué nos depara el futuro monetario de esta bola flotante—basada en un dinero duro y honesto.
Mientras algunos leyeron la noticia del pequeño país centroamericano con reticencia, pensando que tal vez no era de la envergadura necesaria para generar grandes efectos ripios en la economía mundial. Quizás por si sola, no lo es.
Sin embargo, cuando Satoshi publicó el código, en 2009, era él/ellos y un puñado de entusiastas los que estaban minando bloques, además de enviando y recibiendo transacciones. Todo empezó con uno, y luego se sumó otro, y así sucesivamente, hasta llegar a la última nación-estado, que me convoca a escribir hoy, la República Centroafricana.
A pesar de mi alto grado de convicción en Bitcoin, y de su valor al margen del Estado, entiendo que hayan millones de ciudadanos alrededor del mundo que requieren (por ahora) de la legitimidad que entrega su gobierno para que este nuevo dinero sea adoptado más masivamente. El tiempo dirá, pero de momento, son muchos los que no le creen a la creación de Nakamoto debido a que no cuenta con una autoridad legal—gobierno—respaldándola.
La teoría de juegos, a nivel de estados, te dice que los primeros que adopten Bitcoin, no necesariamente como moneda de uso diaria, sino incluso como reserva de sus bancos centrales, tendrán un efecto multiplicador en el capital con que cuenta ese país.
De la misma manera que muchos miran atrás y ven a los que compraron bitcoin en 2011 y 2012, pensando en las grandes ganancias que tuvieron, otras naciones mirarán a El Salvador y la República Centroafricana como visionarios de la economía digital. Estos primeros dominós son vistos como arriesgados, desquiciados, experimentales, y temerarios, pero en diez/quince/veinte años, serán distintos los ojos con que los veremos.
Volvamos a África. Siendo un continente históricamente saqueado y expoliado, la movida de uno de sus integrantes por hacer legal a Bitcoin es importante. Uno supone que habrán determinado la necesaria desdolarización—sobre todo a raíz de la cancelación a Rusia—y haber reconocido las tendencias que está viviendo el mundo.
¿Qué va a significar esta ley para la República Centroafricana?
Apoyándonos en la experiencia de El Salvador, quizás veamos algunas de las siguientes movidas: mayor turismo, impulsado por bitcoiners quienes buscan apoyar a los first movers de la criptomoneda. Y tal como estamos viendo en Centroamérica, estamos saliendo centros de educación aparecer de manera orgánica, impulsados por organizaciones de base tanto domésticas como internacionales.
Por otro lado, el país se podría convertir en una especie de centro tecnológico de la región, debido a empresas que buscarán explotar el clima favorable para la innovación que uno supone debiese tener el país. Más aún, para la adopción masiva a nivel de la República, se va a necesitar construir las carreteras digitales más básicas primero. Esto se traduce en mayor infraestructura eléctrica, la introducción de puntos de conexión al internet alrededor del país, mayor educación digital, y todo lo que se necesita para convertirse en una economía digital de avanzada.
Yendo al espacio monetario, este anuncio puede ser el puntapié inicial para sacudirse del imperialismo monetario que ha plagado a África durante años. Si bien no muchos lo entienden, a través de monedas fiat se aplican restricciones e imposiciones a colonias alrededor del mundo, siempre ellas perjudiciales para quienes deben aceptar las condiciones del país más poderoso.
Bitcoin es desconolizador, neutral, descentralizado, apolítico, libre, abierto, inconfiscable y resistente a la censura. Ciudadanos y naciones lentamente irán abriendo la mente a nuevas maneras de transar y guardar valor, y que se adscriben de mejor forma a lo que necesitamos como individuos y como países no-llamados Estados Unidos.
Algunos aplaudirán que la República Centroafricana tome este camino, mientras otros (FMI y Banco Mundial, los estoy mirando) tiemblan. Si bien creo que Bitcoin terminará por desconstruir el estado-nación en su formato moderno, y traerá nuevas formas de organización, estos son los primeros pasos en esa dirección.
Todo comenzó con una pequeña nación centroamericana, y ahora es una pequeña nación centroafricana la que la segunda. El tiempo dirá cuál es la tercera, y luego la cuarta. Estamos viendo aplicada, en tiempo real, la teoría de juegos.
Si bien esto puede significar un avance para la República Centroafricana, y otras naciones que la adopten, este protocolo fue creado para que tú seas dueño de tú dinero. A través del uso de billeteras no-custodiales (donde tu guardas tus propias llaves privadas), la idea es reducir la confianza en terceros lo máximo posible. Entonces, tomémosnos esta noticia con un grano de sal, porque si bien hay que empezar a despotenciar a Estados Unidos y el eje que teje el sistema financiero tradicional, ojalá podamos hacerlo a través de la responsabilidad individual y el uso soberano de bitcoin.
Bitcoin nació de las entrañas del internet y fue creciendo orgánicamente debido a que simplemente funciona. Espero que esta sea una movida positiva para África, que sin dudas lo necesita, y para comenzar a introducirse en la mente de ciudadanos alrededor de este continente.
Guardo optimismo cauteloso, pero siempre teniendo claro que bitcoin no necesita de gobiernos.
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