La transición monetaria de la que nunca supiste
Cómo una guerra terminó con un estándar e impulsó otro
El día 26 de febrero de 2022 pasó a la historia, no sólo por la invasión de Rusia a Ucrania, sino también por hechos que se desencadenaron en los días posteriores. Cuando Putin dio la orden de ingresar ilegítimamente al país vecino, se dio por finalizado el Sistema del Petrodólar, iniciándonos hacia una transición monetaria que tomará años en desenvolverse.
El fin de esta era financiera se vio marcada por la confiscación de activos de reservas de Rusia—principalmente en la forma de divisas nacionales, predominantemente el dólar norteamericano—por parte de entidades estadounidenses y europeas en las los lugares donde el Kremlin poseía cuentas bancarias.
Escribo estas palabras hoy, porque más allá de tus apreciaciones personales sobre la legitimidad de la invasión, lo importante es el impacto de la gran cancelación a nuestras finanzas personales y la economía global. No nos quedemos durmiendo en los laureles, porque se están moviendo con fuerza las placas tectónicas bajo nuestras cuentas bancarias.
El dinero opera en muchas capas, pero pretendo enfocarme en dos: la unidad monetaria—muchas veces utilizada como unidad de cuentas—y la red sobre la cual esta opera. La red viene a ser la capa fundamental, ya que le permite encender y apagar la sangre vital que requieren naciones y ciudadanos. Si te pueden censurar, confiscar, o restringir el envío, almacenamiento o recibo de dinero, habitas un sistema muy frágil y de manera última amenazante. Sobretodo si eres una nación-estado.
Hoy, la reserva mundial del dinero, es el dólar norteamericano. Por debajo del USD opera el Sistema Swift, que es un servicio de mensajería para registrar deudas y créditos entre intermediarios financieros. Esta estructura está controlada y operada por las élites de Washington y sus pares Europeos.
Dada la acción de los controladores del Sistema Swift el año pasado, quedó al desnudo la facilidad y no-neutralidad del sistema monetario, y que hoy peligran tanto las reservas de tu nación como la posibilidad de importar y exportar bienes o servicios.
Guardar divisas que otra nación controla significa—tal como ocurrió en Rusia y le puso fin al sistema monetario que hoy domina—que no eres dueño de tus ahorros. Solamente los estás arrendando, en el mejor de los casos, de los operadores del sistema. Estás a la merced de, en este caso, Estados Unidos y en menor capacidad la Unión Europea, para alinearte con sus intereses o morir ahogado.
Repito, ¿Por qué un banco central ahorraría en una divisa de otra nación—como el dólar—si estos ahorros pueden ser confiscados arbitrariamente y unilateralmente por los dueños del sistema?
Aquí yace la bifurcación y el giro que dimos como civilización. Pienso que, a nivel de países, veremos una vuelta al oro como estándar monetario—al menos por un tiempo—gracias principalmente a su característica neutra y su historial. Los países son conservadores, y las personas que controlan a los países más aún, siempre prefiriendo diablo conocido, que en este caso es el metal precioso.
Pero a medida que veamos una vuelta al oro, veremos también el argumento para Bitcoin crecer. Dejo eso, sin embargo, para más adelante.
Como el dinero se ha ido transformando en información electrónica, ha ido haciéndose más susceptible a los caprichos—e intereses—de los bancos comerciales que lo resguardan. Pensarás que tienes dinero en tu cuenta bancaria, pero en realidad tienes un recibo, a cobrar, que la entidad puede decidir unilateralmente si pasártelo o no. En la mayoría de los casos esto no es un problema—porque somos todos ciudadanos de bien—pero, ¿qué ocurre cuando el gobierno decide que eres un enemigo del Estado?
Todo instrumento financiero—principalmente las divisas fiat—funcionan sobre rieles centralizados, y permisionados. Nos habremos dado cuenta de los peligros que esta realidad supone.
Guardar divisas que otra nación controla significa—tal como ocurrió en Rusia y le puso fin al sistema monetario que hoy domina—que no eres dueño de tus ahorros. Solamente los estás arrendando, en el mejor de los casos, de los operadores del sistema. Estás a la merced, en este caso, de Estados Unidos y en menor capacidad la Unión Europea, para alinearte con sus intereses o morir ahogado.
Repito, ¿Por qué un banco central ahorraría en una divisa de otra nación—como el dólar—si estos ahorros pueden ser confiscados arbitrariamente y unilateralmente por los dueños del sistema? Y si no me crees que puede ocurrir, busquen en Google lo que le ocurrió al mayor exportador de energía en el mundo el año pasado. Si una nación con ese poder e influencia puede ser cortado, ¿qué queda para otras menores?
Entra el oro, dinero neutral por excelencia (siempre y cuando lo guardes físicamente tú). Aunque ya llevamos años viendo a gobiernos alrededor del mundo aumentar sus reservas en oro—excepto en Chile, benditos sean los expertos de la economía en esta nación—esta tendencia sólo se va a exacerbar en los próximos años.
Si bien países seguirán recibiendo divisas fiat por sus productos y exportaciones, estos irán luego cambiando por dinero duro, en primer caso oro, y en último bitcoin, aunque falta décadas (excepto en países realmente visionarios) para aquello.
Hay que notar, sin embargo, que a menos que puedan tomar recibo físico del oro que posees, no estás mucho mejor que guardando divisas fiat. Este será el gran problema del oro, a medida que nos adentremos en el Siglo XXI, y que dará paso a bitcoin como la gran reserva nacional.
Estamos próximos a la mayor transferencia de riqueza que el mundo haya visto. Porque quienes están viendo la escritura en las paredes, estarán dejando de acumular dinero frágil por dinero duro, y preparándose para lo que viene.
El gran problema del oro—a nivel financiero—es lo difícil de portar. Es extraordinariamente costoso y lento enviar miles de millones de dólares alrededor del mundo en un metal pesado. Y en un mundo que opera con transacciones en nanosegundos, incluso a nivel soberano, la piedra amarilla no da la talla. Entonces, a medida que gobiernos se den cuenta que sus reservas peligran, y que la respuesta histórica es utilizar un metal difícil y caro de transportar, se irán fijando—los astutos al menos—en bitcoin.
Por un lado, bitcoin es el dinero duro por excelencia, pero además es resistente a la censura y confiscación y capaz de enviar valor—de la cantidad que sea—alrededor del mundo en segundos. En la economía de la información, es fundamental poder transar libre y fácilmente con cualquier rincón del planeta.
Creo que veremos el precio de un bitcoin en los millones de dólares de la misma forma que veremos un aumento en el precio del oro sustancialmente mayor al de ahora. Es importante recordar, sin embargo, que esto es porque las divisas fiat que utilizamos para denominarlas están en un camino inexorable hacia cero. Porque, y repito ad nauseaum: ¿quién en su sano juicio va a guardar una moneda que es fácilmente confiscable por una entidad que no responde a nadie?
La única persona que se va a preocupar por tus finanzas personales eres tú. Ni el gobierno, ni tu banco, ni la aseguradora, solamente tú. Y mirando los hechos que ocurrieron el año pasado, y el velo que se levantó, no queda de otra que actuar. Comenzar a acumular activos inconfiscables y duros, sobre todo aquellos están equipados con las características que exige y demanda el Siglo XXI.
Estamos viviendo la mayor transformación financiera que jamás hayas visto. Eso nomás te digo.