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Surf, volcanes, pupusas, sonrisas y bitcoin. El Salvador tiene mucho más que ofrecer, sin dudas, pero esas creo que son los principales ingredientes de mi paso por este pequeño país centroamericano. De gran corazón, y gran simpatía, los salvadoreños se abren paso en tu vida, sonriéndote en cada pasada, deseándote provecho con cada comida, y dándote la bienvenida a su cálido país.
El Salvador cuenta con un poco más de seis millones de habitantes, siendo uno de los países más densos de la zona. Limita con Guatemala al oeste, Honduras al norte y al este, hacia el sureste el Golfo de Fonseca lo separa de Nicaragua y su costa es la del pacífico. Aunque dicen que hoy es “invierno”, la sensación térmica es alta, la humedad es total y la temperatura no baja de los 30 grados. Al mismo tiempo, el país es un país con muchos volcanes, altamente sísmico—hubo varios en mi visita, y todo tiene un sabor medio tropical.
A raíz de la Bitcoin Week, donde se organizaron dos conferencias en San Salvador, hice mis maletas y partí a conocer el país, ver como iba la implementación de bitcoin y conocer la realidad en la calle. Insisto que aún es temprano. Aunque la aprobación de la ley es casi completa por parte de la ciudadanía, a medida que uno se aleja de la capital y las zonas playeras, la aceptación de bitcoin por parte de comercios disminuye drásticamente. Siendo generoso, diría que alrededor de un 15% de comercios en este momento lo están aceptando. Pero todos los días ese número crece.
Y con ese crecimiento, viene oportunidad. Dada la historia moderna de El Salvador, si hay una nación que necesita esperanza, aquí la tenemos.
Debido a una baja en el precio del café en los mercados internacionales en 1929, El Salvador se vio ensartada en una profunda crisis económica. Un par de años después, en 1931, el General Maximiliano Hernández Martínez realizó un golpe de estado, e instauró una serie de gobiernos autoritarios sucesivos que duraron casi cincuenta años. Debido a tantos años de falta de libertades civiles, una desigualdad grotesca, y con la guerra fría en pleno desarrollo, el país era una hervidero político.
Esto desencadenó en una dura guerra civil, de 1979 hasta 1992, con dos campos enfrentados: el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), un movimiento guerrillero de izquierda, y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), encabezada por los militares. Se dice que el conflicto dejó alrededor de 75.000 muertos y 15.000 desaparecidos, provocando además la huida de miles de compatriotas más hacia otras naciones.
Tras esta sangrienta guerra, con los Acuerdos de Paz de Chapultepec, hubo años de alternación política entre el FMLN y ARENA. Sin embargo, con quien te encuentras en El Salvador te cuenta que no se hizo mucho. Altos niveles de delincuencia e inseguridad, pocas oportunidades laborales, mala gestión gubernamental, mucha corrupción, y la lista continua.
Desde esa situación nace Nayib Bukele. Es un hombre carismático, tuvo una buena gestión en su anteriores pasos por el aparato estatal—fue alcalde de Nuevo Cuscatlán y San Salvador—y viene con el ímpetu juvenil que caracteriza una nueva generación de políticos. Estableciendo una mano dura, ha desplegado militares y policías a la calle en un país reconocido mundialmente por ser de los más violentos.
Junto a esto, hay reportes de que el presidente hizo varios acuerdos con las pandillas, justamente buscando ponerle fin a la delincuencia desatada. Por otro lado, decidió expulsar a antiguos miembros del parlamento y la corte suprema, disfrazando el embate a la democracia con la idea de que estaba expulsando a antiguos miembros de la élite que llevaban años corrompiendo al país desde dentro. Y recientemente ha puesto un foco brillante en la innovación tecnológica, adelantándose a las tendencias que está viviendo el planeta e implementando una ley que dicta a bitcoin moneda de curso legal.
Vale la pena notar que Bukele tiene un apoyo altísimo. Eran muy pocos con los que conversé que tenían una visión negativa del presidente, y muchos ven con esperanza esta transformación que está liderando.
Aún así, tuve la oportunidad de conversarcon un miembro de una organización que ha denunciado abiertamente los atropellos a la democracia del gobierno actual. Su postura es de preocupación total, ya que ve erosionar las instituciones democráticas que existen en el país. Me contó una interesante historia de que ocho meses antes de las elecciones por las alcaldías, Bukele y el gobierno central cortó todo tipo de financiamiento hacia los municipios. Esto secó los fondos públicos, la impresión de la ciudadanía hacia las autoridades fue negativa, y con ello salieron electos muchos nuevos integrantes del pacto Nuevas Ideas, el oficialismo salvadoreño.
Sin entrar mucho más en política local, sino contar lo que vi, quiero centrarme en la ley bitcoin, que por cierto cuenta con muy pocos opositores. Todos lo ven con optimismo (algunos cauteloso), y que puede traer una oportunidad interesante para el país.
Primero, las preocupaciones. Hay que reconocer que la campaña educativa por parte del gobierno ha sido nula. Gracias a organizaciones de la sociedad civil, y algunos bitcoiners internacionales, vemos a los salvadoreños entender un poco más de la tecnología, pero más allá de la promulgación de la ley, el gobierno ha estado completamente ausente. Lo que me deja en bandeja la primera pregunta: ¿por qué tanto apuro del gobierno por implementar esta ley?
Sumado a esta, recopilé algunas de las más frecuentas que surgieron en mis conversaciones:
¿Por qué es de carácter obligatorio el uso de bitcoin?
¿Se va a transparentar dónde se están guardando los bitcoin del país y quién tiene las llaves privadas?
¿Cómo funciona la billetera oficial, Chivo Wallet, por dentro?
Estas son todas preguntas válidas e importantes. No creo que recibamos respuestas, al menos en el corto plazo, pero es importante continuar haciéndolas, y tomando nota, sea el caso otro país quiera recorrer el camino salvadoreño.
Por otro otro lado, la infraestructura que ha puesto en marcha el gobierno ha sido deficiente. La Chivo Wallet es custodial, hay que entregar identificación para usarla, y es de código cerrado. Todas son la antitesis de bitcoin, que es un dinero soberano, sin necesidad de identificarse y pertenece al mundo del código abierto.
Vamos con lo positivo, y quiero partir con un tema que ha estado curiosamente ausente de las conversaciones que tuve en El Salvador. La gran movida de bitcoin para el país, a mi visión, son las remesas. 25% del PIB de esta nación proviene de dinero que envían nacionales hacia sus familiares. Que lo puedan hacer ahora con costos de transacción cercanos a cero, desde la comodidad del hogar (para el que envía y el que recibe), y que disminuya considerablemente la fricción y los tiempos que generalmente demoran las transferencias internacionales, es un golazo.
Ahí, más allá de la inversión extranjera, los bonos bitcoin, y el aumento de turismo que veremos, creo que está la clave de este asunto.
Por otro lado, esta nueva ley ha introducido una conversación que está ausente en casi todos los países y todas nuestras mesas de conversación: el dinero. En este sentido, El Salvador ha tomado un paso importante en una dirección muy necesaria. Si bien no ha estado exento de problemas, creo que la línea trazada es genial, abriendo la nación a usar una moneda que el gobierno no controla, no puede devaluar y que con los años se valoriza exponencialmente.
Los salvadoreños están entusiasmados, y yo por ellos. Esta movida trae tremendas oportunidades, desde lo individual hasta lo colectivo. Y a pesar de mi idealismo, reconozco que bitcoin no resolverá todos los problemas de El Salvador. Es simplemente una herramienta más en el abanico de la sociedad, y como se usa determinará si conduce por un buen o mal camino.
Aún así, las remesas, inversión extranjera, foco mediático, y puesta en escena de este pequeño país es un augurio de un futuro auspicioso. Veremos como avanza la bitcoinización del país, pero es importante acordarse de esto: bitcoin es una oportunidad. De hacer las cosas distintas, de pensar disruptivamente, de abrirse a nuevos caminos en la forma de hacer sociedad.
Bitcoin brinda un respiro a los tratados asfixiantes del FMI y Banco Mundial que serían probablemente la única opción para un país pobre de Latinoamérica. Ya no son necesarios y cada vez irán perdiendo hegemonía. Estamos viendo en tiempo real, la disrupción de un modelo económico anticuado, la desaparición de instituciones siniestras, y viendo a un pequeño país liderar esa carga.
El futuro es incierto. Habrá que ver cómo avanza la revolución tecnológica del dinero, sobre todo en un país pequeño y pobre como El Salvador. Lo que sí, estamos viendo la adopción de un nuevo modelo. Si será exitoso o no, dependerá de cada uno de nosotros. El individuo, la sociedad civil, organizaciones sociales, y gobiernos tendrán que cambiar sus modelos de gobernanza para ver como interactúan con una herramienta que es de todos y para todos.
Espero volver a El Salvador, pero desde ya les deseo la mayor de la suerte y éxito. Es una movida arriesgada, pero que pagará enormes dividendos si resulta. Y podría ser, de la mano del país centroamericano, el comienzo de una nueva era.
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Hola Pedro! Fantástico tu canal! Lo conocí viendo la entrevista con Mayol. Soy administrador de un grupo de facebook de Solana Latinoamérica con 13 mil seguidores Sería posible realizarte una entrevista de temas cryptos en ese canal? MI idea es poder difundir más conocimiento y seguridad para operar con las cryptos. Me puedes escribir a Facebook Victor Mma