¡Nos están robando!
“A través de un proceso continuo de inflación, gobiernos pueden confiscar, de manera secreta y sin ser observados, una parte importante de la riqueza de sus ciudadanos. A través de este método no sólo confiscan, sino que confiscan arbitrariamente; y, mientras el proceso empobrece a muchos, en realidad enriquece a algunos. Ver este arreglo arbitrario de riqueza ataca no sólo la seguridad sino también la confianza en la equidad de la actual distribución de riqueza.
Aquellos a los cuales el sistema le entrega ganancias inesperadas, más allá de sus postres e incluso más allá de sus expectativas o deseos, se convierten en “aprovechadores”, que son el objeto de odio de la burguesía, a quienes el inflacionismo ha empobrecido, no menos que aquél del proletariado. Mientras la inflación procede y el valor real de una divisa fluctúa de manera salvaje de mes a mes, todas las relaciones permanentes entre deudores y acreedores, que forman la base última del capitalismo, se vuelve tan desordenado como para ser insignificante; y el proceso de conseguir riqueza se degenera en una apuesta y una loteria.
… No existe manera más segura y sutil de volcar la base existente de la sociedad que degradar la moneda. El proceso involucra todas las fuerzas escondidas de la ley económica por el lado de la destrucción, y lo hace de tal manera que ni siquiera un hombre de cada millón es capaz de diagnosticar.”
Estas palabras le pertenecen a John Maynard Keynes, uno de los economistas más brillantes e influyentes del Siglo XX.
La edición de hoy remarca esta observación, debido a que Keynes es tan importante entre los círculos económicos tomadores de decisiones, que la ideología dominante es Keynesiana.
Según economistas convencionales, banqueros centrales, y el gobierno en general, la inflación es necesaria e incluso benigna para la sociedad. Se requiere un nivel moderado—los monopolizadores de la moneda apuntan a un 2% anual—para que la economía se mantenga funcionando. Su idea es que la pérdida de poder de compra de nuestro dinero fomenta el consumo, que mantiene viva la producción de bienes y servicios, y así la sociedad continua operando.
Creo que vale la pena explicar la inflación de tres formas distintas, para que veamos lo perverso del sistema.
Economistas convencionales—Keynesianos—te explicarán que la inflación es el aumento sostenido en los precios de bienes y servicios. Según ellos, que han sido cooptados por el sistema económico y político, el diseño de nuestro dinero, para que funcione la economía, debe quedar en manos de burócratas y técnicos que viven en una torre de marfil llamada Banco Central. Una entidad centralizada es la única que entiende bien las necesidades de una población diversa y variada que requiere de la moneda para vivir.
Disidentes de la ideología dominante te explicarán la inflación de otra manera: la pérdida constante del poder de compra de tu dinero. Es decir, con el tiempo—y debido al diseño del sistema—la cantidad de cosas que tu dinero puede comprar disminuye. Este dinero puede ser emitido por entes privadas o públicas, y debiese existir competencia entre sistemas monetarios (aunque existen algunos que creen simplemente que el dinero nunca debe estar en manos del gobiernos).
Una tercera explicación es que la inflación es el robo sostenido de tu tiempo y energía.
Tú inviertes horas y energía para producir algún bien o servicio y a cambio recibes dinero por esa labor. Ese dinero todos los años te compra menos, a pesar de que tú sigues invirtiendo la misma cantidad de horas y energía en producir.
A una tasa moderada—que es lo que apunta el Central—de dos por ciento (que hoy va en más del diez) en una década comprarás 20% menos de lo que compras hoy. Es decir, te robaron un quinto del tiempo y energía y valor que invertiste en tus habilidades de producción de un bien y un servicio.
Cooptados por una maraña de legalidades y órganos, vivimos preso de una ideología que hasta el mismo economista que la propuso explicaba que era un robo.
Quiero que nos enfoquemos ahora, dado que estamos viviendo dentro de una crisis inflacionaria que los mismos economistas en los que confiamos explicaban que “era transitoria”, a la historia de otros eventos históricos y su relación con la inflación.
Lyn Alden, una de las macro analistas más importantes del mundo, realizó un hilo en Twitter excelente sobre esta materia.
Comienza con una pregunta: Cuando se calman las aguas tras un evento importante, la pregunta si la inflación fue causada por shocks temporales de oferta o por devauación de la moneda se contesta con una prueba: ¿los precios—en el agregado—volvieron a sus niveles previos?
Revisemos la información que presenta:
Tras la I Guerra Mundial: No, los precios se mantuvieron estructuralmente más altos.
Tras la II Guerra Mundial: No, los precios se mantuvieron estructuralmente más altos.
Shock en los precios de petróleo y aumento demográfico: No, los precios se mantuvieron estructuralmente más altos.
Los 2020 y la pandemia aún no terminan, pero si miramos los datos anteriores es altamente probable que los precios permanezcan estructuralmente más altos.
Se nos obliga a usar divisas que controlan unos pocos en lugar de dinero real, cuyas propiedades cumplen de mejor manera lo que la civilización humana necesita.
Eso sucede porque han instalado estructuras de poder que después la ciudadanía termina fetichizando (como es el caso del Banco Central) en lugar de informarnos sobre el dinero propiamente tal, y de buscar alternativas no sólo monetarias sino de inversión y ahorro.
Lo interesante, por lo demás, de esos gráficos, es que esos monitorean el dólar, que es “la mejor divisa del mundo”. Si miráramos los datos de pesos, bolívares, reales, nairas, o las cientas de otras monedas fiat alrededor del mundo, el resultado—para el ciudadano común y corriente—sería aterrador.
Creo fascinante que la ideología dominante sea keynesiana, y fomente el uso de la inflación para mantener activa la economía, cuando John Maynard haya explicado tan elocuentemente la realidad de este mecanismo monetario.
Creo fascinante también mirar los datos históricos frente a crisis inflacionarias previas, y seguir confiando en los personajes que a comienzos de la pandemia nos dijeron que iba a ser transitoria.
Y por último, creo fascinante que los líderes de la economía están (al menos eso quiero creer y que no estén conscientemente haciéndonos más pobres a través del dinero que sólo ellos controlan) igual de pérdidos que los demás.
Soy Pedro y esta es la edición #112 de La Cadena, un medio independiente dedicado a informarte sobre el mundo de Bitcoin y sus alrededores. Estas palabras son gratis, pero no baratas y toma tiempo investigar y crear este contenido. Considera apoyarme, para que me pueda dedicar a esto.