¿Realmente entiendes Bitcoin?
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Muchos, sino la mayoría, no entienden Bitcoin.
Todos creen que es una inversión, buscando hacerse millonarios del día a la mañana, con la creencia que será la solución a todos sus problemas financieros. Cuando lo explican a sus conocidos es comparado con una acción bursátil, sea Apple o Tesla. Es visto como otro instrumento del mundo financiero.
La realidad es que muchos siguen enfocados netamente en el precio, esperando que este baje o suba para tomar decisiones respecto a comprar o vender. Esta métrica termina siendo la que determina la convicción, y dicta las decisiones que tomamos.
Muchos guardan sus bitcoin en plataformas centralizadas, creyendo que estas son billeteras, y renunciando al control de sus llaves. No realizan buenas medidas de privacidad ni tampoco utilizan las herramientas a su disposición.
En el fondo, para más del 90% de las personas que nos rodean y están metidos en el mundo Bitcoin, este no es más que otro activo.
Sin embargo, por primera vez en la historia, tenemos un dinero que escapa de cualquier control centralizado, des-intermediando el traspaso de valor y creando un medio de intercambio digno para los tiempos que vivimos.
Es una red monetaria dura—en el sentido de que es difícil crear bitcoin de la nada—y cualquier cambio al protocolo necesita un consenso de abrumante mayoría.
Requiere de tu decisión y acción voluntaria para ser parte de él, permitiendo que cualquiera entre y salga de su ecosistema sin necesidad de avisarle a nadie.
Es, en palabras simples, una revolución monetaria y tecnológica de una magnitud que jamás hayamos visto.
Como tal, viene a alterar el curso de la historia de formas que incluso los bitcoiners más fundamentalistas creen posible. Porque es a través de esta criptomoneda que estamos viendo una destitución pacífica a la autoridad del Estado, alterando radicalmente su potestad.
Hoy, el Estado se parapeta en dos bases fundamentales: el monopolio sobre la violencia y el monopolio sobre el dinero. Ambas en conjunto, crean el todopoderoso Gran Hermano que hoy se desviste en propaganda democrática, pero que dista enormemente de serlo.
Algunos leerán estas palabras y se negarán a aceptar esta transformación. Muchos creen que el Estado es eterno, que ha existido desde siempre, con una sociedad destinada al fracaso sin él.
Vale recordar que el Estado es una organización política más bien moderna, una más dentro de nuestra larga historia humana. Si bien algunos piensan que este formato es el mejor que hemos tenido, lo que es cierto es que aun así, su fin se avecina.
La nación-estado como la entendemos hoy, junto a las fronteras arbitrarias impuestas por guerras, la entendemos como la culminación de muchas batallas de liberación por parte de quienes fueron alguna vez esclavos, en aquella búsqueda interminable del progreso.
Estamos frente, eso sí, a la secesión de muchos gobernados en base a una moneda digital.
Si bien el Estado fue una movida positiva para el desarrollo de la civilización humana, hoy se desnuda su realidad.
Se imaginan, ¿creer que yendo a votar una vez cada cuatro años por un nuevo set de poderosos sea de impacto positivo para el 99%?
Sacándole el piso a una de las piedras fundamentales del gobierno: el monopolio sobre la moneda, iremos haciendo obsoleto al Banco Central, las instituciones que hoy componen el sistema financiero tradicional—FMI, Banco Mundial—y la estructura que ha echado telarañas sobre nuestras supuestas democracias.
Bitcoin es un ataque no-violento al estatus quo. Erosiona lentamente al gobierno, quitándole financiamiento, y desangrando su capacidad de operar. Y es en esa dirección que le hace jaque mate, reduciendo la capacidad de usar la violencia en contra de sus gobernados.
Es a través de hombres con pistolas que el Estado se perpetúa en el tiempo, encontrándose en total discordancia con los derechos inalienables de cada uno de nosotros. Y son estos mismos soldados los que deslegitiman la misma jurisdicción del Estado.
¿Han pensado lo débil de una autoridad que necesita amenazar violentamente a sus ciudadanos para establecer su legitimidad?
Bitcoin es una de las herramientas principales para denunciar y dejar sin operar este poder, devolviendo el poder a quienes realmente lo tienen: nosotros.
Muchos no se imaginan una vida sin el gobierno que hoy los aplasta a través de leyes creadas por poderosos para poderosos.
En eso interviene Bitcoin, una nueva red monetaria, alejada de la violencia, y grupos de poder—al menos a nivel protocolar—reformulando completamente la organización política de nuestra sociedad.
La gran revuelta que está generando Bitcoin es la de refundar la manera en que nos gobernamos a nosotros mismos, y a quienes otorgamos el poder dentro de la sociedad.
¿Estamos dispuestos a seguir dejando que unos pocos definan la emisión de la moneda y la subsecuente violencia que ello entrega?
Bitcoin va mucho más allá de ser una sencilla inversión financiera. De hecho, cuando te das cuenta de lo que está haciendo, no te importará el precio que estés comprando, porque todo dinero que sale del sistema tradicional es un voto de salida y una decisión deliberada de terminar con la tiranía de los pocos sobre los muchos.
Olvídate del pensar siempre en vender y de tener más dinero fiat a cambio de tus ínfimos satoshis. Eso es no entender para qué y por qué necesitamos Bitcoin.
Bitcoin viene a introducir una nueva fase de gobierno humano. Basado en un dinero sano, honesto y abierto.
Es mucho más que una innovación financiera. Y cuando te des cuenta, y lo entiendas, no mirarás atrás. Porque el pasado hay que estudiarlo, pero no vivirlo.