Prepárense. Hay una nueva palabra, concepto, idea, y paradigma que está de moda en ciertos círculos—predominantemente criptomaníacos—prometiendo revoluciones digitales sin precedentes. Esta es la web3.
¿Será la última iteración de tecno-optimistas para crear protocolos que realmente cambien la propiedad e intercambio de valor en internet, o es una maquinación de Silicon Valley para perpetuar el actual estatus quo digital?
Vale la pena comenzar con que hay poco consenso en lo que se refiere a web3. Proponentes están con dificultades para explicar qué significa y cómo cambiará la vida digital, mientras que sus críticos lidian con la dicotomía de saber que la web2 está quebrada al mismo tiempo siendo incapaces de crear una alternativa atractiva.
Yo me considero en el campo escéptico de la actual conversación en torno a la web3. Como veremos más abajo, esta ha sido cooptada por ciertos campos del mundo cripto. Por lo demás, cuando la narrativa de toda una colectividad grita a viva voz una palabra (miren la bomba de Zuckerberg con la puesta en palestra del metaverso), hay que parar y mirar primero desde la galería.
Lo que he logrado rescatar es lo siguiente: la web3 estará basada en protocolos descentralizados donde tú, el individuo, es soberano de tu información—la cual estará mediada o expresada en el uso de tokens (palabra fancy para describir criptomonedas). Volveré más adelante a esta explicación.
Revisemos primero, brevemente, qué es la web1 y web2, y de qué forma han ido modelando el mundo actual.
Web1—conocida como la web estática—es la primera iteración del internet, con tres tecnologías principales: HTML, URL y HTTP, cuyas páginas eran muy básicas y no existía la posibilidad de que usuarios interactuaran con ellas. Se piensa como un internet “sólo lectura”. El consenso general es que duró entre 1990—2005.
Web2 es entendida a partir de 2005, y vimos un cambio de paradigma, con la aparición de ciertas herramientas como JavaScript, CSS, y HTML5. Páginas web fueron más dinámicas, ahora se podía leer y escribir, y usuarios podían crear su propio contenido. También es conocida como la “web social”, siendo esta más interactiva.
Junto a la web2 vimos la centralización total de nuestra vida digital. Aparecieron grandes empresas que absorbieron todo el valor—desde información hasta desarrolladores—y nuestras interacciones necesariamente deben pasar por una plataforma (más conocido como intermediario).
Esto me trae a la pregunta: ¿hay un problema con la web2? A mí parecer, existen dos:
Capitalismo de vigilancia: el modelo de negocios que hoy opera en internet es una de las mayores crisis que enfrentamos como civilización. Los dueños de las principales plataformas que usamos—el tan temido BigTech—vigilan todo, recolectan nuestros datos, crean modelos de predicción, y venden esa información al mejor postor (gobiernos o estados), para luego manipularnos de la manera que estimen conveniente. Extractivismo puro y duro, solo que ahora de nuestra atención personal.
Intermediación de información: las mismas plataformas que hoy todos ocupamos son los guardianes de la información. Ellos deciden cuál tipo de expresión es válida, censuran sin explicación, y desplataforman a diestra y siniestra.
De cara a esta situación, no cabe duda de que necesitamos evolucionar. Cambiar las estructuras de poder que hoy imperan en el mundo digital, y retomar ciertos principios: privacidad, libertad de información, soberanía de datos, y descentralización. Estos son los cuatro ejes que deben guiar nuestra avanzada digital, as que lamentablemente no aparecen de la manera en que nos la están vendiendo.
Antes de continuar, que no quepa duda de que soy optimista de cara al futuro que estamos construyendo quienes nos dedicamos a ciertas tecnologías. La transformación del internet es completamente necesaria y viene atrasada. Pero no se equivoquen, no todos dentro de esta esfera están interesados en devolverte tu información o destruir el capitalismo de vigilancia.
En primer lugar, la narrativa de la web3 ha sido cooptada por el espacio de las altcoins. Estos protocolos—Ethereum, Cardano, Solana—no ofrecen suficientes garantías sobre nuestros derechos en la red, no son verdaderamente descentralizados, se congelan a menudo, y vienen con costos de transacción altísimos. La prueba de participación—Proof of Stake, como se llama en inglés—tiende a la centralización, ofrece mayor poder a los grandes tenedores de los tokens que gobiernan el protocolo, y terminan recreando los mismos vicios de la web2 y el sistema financiero tradicional.
Por otro lado, tengo suspicacia sobre la predominancia de los tokens en esta nueva estructura. Me resulta hipercapitalista la idea de que todas nuestras interacciones requieran versiones monetizadas de información—sobre todo personal. Si bien esos mismos tokens significarán de alguna forma una propiedad sobre nuestros datos, ¿es necesario rentabilizar cada uno de nuestros intercambios?
La mayoría de estos tokens se venden en rondas privadas de inversión a VCs y fondos de inversión, y se complica aún más el asunto. La narrativa está creando una mega-financiarización que traerá aún más poder a quienes hoy acceden a las primeras ventas de tokens, y el mismo usuario—que se supone estamos queriendo poner en el centro—queda relegado.
Según Messari, una empresa dedicada al análisis de criptomonedas y blockchain: la concentración de propiedad por parte de insiders (primeros inversionistas y fundadores de proyectos), puede debilitar permanentemente la habilidad de una cadena que sirva de infraestructura neutra. La siguiente gráfica lo explica:
Si vamos a crear nuevos protocolos descentralizados, y (r)evolucionar la web, que extraño que los dueños de aquellas plataformas sean personas de altísimo poder adquisitivo. Siendo que Silicon Valley es de los principales proponentes de esta nueva iteración digital, ¿no les parece extraño que los dueños de la web estén tan empeñados en crear una nueva versión digital que busca quitarles ese mismo poder?
Para hacer mérito a todos los argumentos, sin dudas que le veo aspectos positivos a lo que podría llegar a ser un día la web3. Sistemas abiertos, sin necesidad de pedir permiso y minimizadores de confianza son un millón de veces mejores que los actuales círculos cerrados de poder. La propiedad de tokens que monetizan cierta parte de nuestra información puede servir para incentivar a redes que ofrecen ese modelo, y que los usuarios puedan recibir algo de valor por el valor que están creando.
Volvamos a los dos problemas que le veo a la web2. Aún no he logrado descifrar, más allá de la prohibición del modelo, cómo podemos cambiar el capitalismo de vigilancia y recuperar nuestra humanidad. Y no sé como la creación de nuevos protocolos—en manos de Silicon Valley—puedan hacer esa transformación.
Sí creo que estamos acabando con una parte de la intermediación de información. La censura es uno de los problemas más complejos al que nos enfrentamos hoy en internet. Abogo por la libertad de expresión total, aunque no esté de acuerdo con ciertas opiniones, de eso se trata la democracia. A quienes estarán en desacuerdo con esa idea, les pregunto: ¿quiénes deciden qué se dice y quién dice que mañana no podrías ser tú? Hoy es un expresidente neonazi, pero mañana puede ser una artista, un bitcoiner, un disidente, un whistleblower, y la lista continua.
Sin embargo, si construimos la web3 sobre redes fundamentalmente quebradas, con los mismos inversionistas que crearon la web2 y basándonos en una mega-monetización de nuestra humanidad, ¿es un avance?
Creo que hay que hacer un análisis más profundo a los males que hoy afligen nuestra vida digital. El modelo de negocios, la desprivatización de nuestras vidas, la intermediación de BigTech, la censura, y eliminar de plataformas a ideas discordantes con las convencionales (o las woke) deben ser enfrentados.
Seamos honestos, la web3 que hoy construimos es la web2 pero con una extensión de buscador. Pero eso no significa que es mejor que lo que hoy existe, o que podría ser mejor de lo que estamos construyendo.
Los proponentes de la web3 han cooptado la conversación. Esta es más que el mundo cripto y la tokenización de todo. Es la descentralización (real), privacidad de información, soberanía y control de datos. Y, mirando con un lente crítico, no estoy viendo esa transformación. Veo un bombo publicitario blindando a millones con promesas de descentralización y modelos participativos. Pero los problemas que existen en la vida digital son más profundos que una simple aplicación descentralizada para intercambiar jpegs e información.
No hay dudas que la web2 está fundamentalmente quebrada. Lleva a una concentración brutal de poder, desigualdad de riqueza y oportunidades, y está predicado en que nosotros le entreguemos nuestra información gratuitamente, y nos dejemos vigilar 24/7 para luego ser manipulados.
Si bien estoy preocupado de la conversación y construcción en torno a la web3, existen espacios del internet que sí están revolucionando la web2. Redes como Bitcoin, verdaderamente descentralizadas, cuyo manejo requiere de una responsabilidad profunda que luego se derrama a todos los aspectos de tu vida, es quien lleva la batuta para transformar nuestros rieles de información digital. Si no usamos esta base, y construimos sobre protocolos preocupantemente pensados, veo una momia maquillada pero momia al fin del día.
Construir redes abiertas de intercambio de información y valor es de por sí un paso positivo para nuestra sociedad. Existe gran poder, sin duda, en sistemas donde nosotros somos los propietarios de nuestra información. Pero tampoco hay que dejarse blindar por las promesas de quienes están construyendo esos sistemas.
Hoy, algunas de las mentes más brillantes están buscando soluciones a los problemas de la web2—de la mano de la invención de Satoshi Nakamoto. Soy optimista, pero con consciencia y buscando claridad entre el humo.
La conversación queda abierta, porque al final la idea es que nosotros retomemos el internet.
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Buen artículo. En qué minuto agarrará vuelo Web3 de verdad con la poca adopción de gente que saben como conectar una wallet a una web?