Aunque la Guerra contra la Privacidad ha estado desatada hace años contra cada uno de nosotros, ciudadanos comunes y corrientes, ayer se sintieron los primeros disparos con misiles de alto impacto hacia la industria de las criptomonedas. Si hasta el momento habíamos solamente visto ingeniosos y siniestros algoritmos que nos monitorean y vigilan en todo momento, ocurrieron hechos que demuestran la importancia de utilizar las herramientas que tenemos a nuestra disposición y la lamentable realidad que algunos gobiernos ya no trabajan para sus ciudadanos, y que la censura es la tónica del momento.
Sucedió que el Departamento de la Tesorería de Estados Unidos agregó a su lista de entidades prohibidas un proyecto de código abierto que pertenece a la red de Ethereum llamado Tornado Cash. Este protocolo, en sencillo, funcionaba como un mixer de criptomonedas, agregando una capa de privacidad a lo que de lo contrario sería un libro contable trazable. La idea es que múltiples usuarios envían criptomonedas a este servicio, que los mete a una especie de batidora, y luego envía a nuevas direcciones las unidades monetarias, para así romper con la posible trazabilidad de dicha red.
Esto generó un frenesí de reacciones, y consecuencias que resulta interesante esgrimir. En primer lugar, que no debiese sorprender a nadie, el gobierno de Estados Unidos está empeñado en que nadie—ni dentro de su territorio ni fuera—tenga privacidad. Quieren eliminar cualquier vestigio de espacio personal y que todo este a vista y paciencia de sus funcionarios públicos, quienes sin necesitar rendir cuentas a nadie, persiguen y recopilan información sobre todo el mundo.
Espero bien poco de un país que supone a todos sus ciudadanos posibles criminales si no explican ni demuestran todo lo que hacen en todo momento. Este, por lo demás, es una narrativa que es repetida entre la intelligentsia académica y experta de distintos países.
“Decir que no te importa la privacidad porque no tienes nada que esconder es como decir que no te importa la libertad de expresión porque no tienes nada que decir” dijo una vez Edward Snowden, en un presagio tenebroso. Aunque las redes sociales han terminado por reemplazar la privacidad por la entretención, lo más desconcertante es que hayan personas que creen que la privacidad simplemente no debiese existir.
Las movidas que toma el gobierno de Estados Unidos—fácilmente exportables a otros rincones del planeta—dan cuenta de un imperio que se desmorona y esmera por mantener a su ciudadanía bajo el amparo de 1984. George Orwell da vuelcos en su tumba.
Dado, por lo demás, que los agentes de inteligencia norteamericanos exponen que estas movidas son para frenar el lavado de dinero supuestamente tan presente en el mercado de las criptomonedas, me pregunto dónde está el ímpetu para frenar el que existe en el sistema financiero tradicional, a vista y paciencia de todos.
Entiendo que a algunos les aterren ciertas herramientas como Tornado Cash o las que existen en el ecosistema de Bitcoin, como los Whirlpool de Samourai. Sin embargo, no todos los movimientos que ocurren ahí son para ofuscar hechos ilícitos, siendo yo un usuario asiduo de estas herramientas, simplemente para mantener intentar mantener un cierto grado de privacidad. Si quisiera cometer un crimen, pediría trabajo en un banco o alguna institución del cartel financiero que opera al margen de la ley.
Existe una segunda desembocadura que generó esta movida y fue dejar al desnudo la falsa descentralización que existe en algunos protocolos del mundo de las criptomonedas. Al poco rato de la prohibición a Tornado Cash, distintos operadores de nodo y API de Ethereum también supieron cortar sus líneas hacia el protocolo, junto a una de las stablecoin (USDC) más utilizadas del ecosistema DeFi (decentralised finance), dejando un velo de misterio sobre cuán resistentes a la censura son estos proyectos.
La última movida del Estado yankee da cuenta de una nueva guerra contra el ciudadano común y corriente. Saben que quien controla los datos controla el mundo y están ejerciciendo un control injusto e inmoral sobre las distintas herramientas que tenemos como individuos para protegernos. La privacidad tuya es un crimen y el accountability de los gobiernos es un chiste, ambas reveladoras del mundo que hoy habitamos.
Aún así, mantengo mi optimismo, pues primero te ignoran, luego se ríen, después te pelean, y finalmente ganas. La pregunta es: ¿estás dispuesta/o a pelear?
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100% dispuesto a pelear
Con L de Lucha y Libertad, Let’start