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Para que una moneda cumpla sus dos funciones básicas, facilitar el intercambio y conservar riqueza, tiene que tener y justificar la confianza de los usuarios. ¿Confianza en qué? En que, si recibo una cantidad en pago de una prestación, voy a poder con seguridad deshacerme de esa cantidad entregándola en pago por otra prestación (bien comercial) de equivalente valor, que pasa entonces en mi poder. Las monedas convencionales aseguran su valor apoyadas en un sistema de precios plausible y razonablemente estable. Estas condiciones, (1) que será recibida por el mercado sin vacilación y (2) con un valor al menos aproximadamente equivalente al que tuvo cuando la recibí, las cumple el dólar (y el euro y el yen y otras monedas "fuertes", incluso el peso chileno), pero no el bitcoin. Mi departamento vale x dólares, y normalmente tendrá en una semana el mismo valor. ¿Pero en bitcoin? Imposible saberlo con razonable seguridad. De modo que el bitcoin funciona como objeto de especulación, buscado por el (jugador) que quiere arriesgarse y espera conseguir una ganancia - pero que está preparado para perder la mayor parte de su valor. Como moneda entonces no parece servir.

Desde otro punto de vista: las monedas convencionales tienen un sustrato material en principio razonablemente sólido y de costos aceptables: el billete, la moneda contante. Aunque se use en países ricos altamente mecanizados muchísimo menos que el correspondiente registro electrónico, sigue existiendo como último recurso en momentos críticos, sobre todo para personas que no viven en un exigente mundo técnico. ¿Pero el bitcoin? Su sustrato material es sólo electrónico, sus costos energéticos demasiado grandes e inseguros, su existencia y uso depende del manejo de internet. Eso puede ser aceptable en países ricos de la OCDE, y allí sólo en situaciones "normales", sin guerras, sin trastornos sociales, sin problemas técnicos que dificulten el funcionamiento de computadores y de internet, mientras esas condiciones duran. Como todo eso no es seguro - es preferible no desmontar el sistema actual, sino al contrario, mejorarlo a medida que algunas fallas se hacen manifiestas y corregibles (los petrodólares en un mundo en el que el petróleo debe permanecer en el suelo)

Raúl Claro

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